lunes, 27 de julio de 2009

Dos carreras



Cuando Alberto Contador terminó de subir el Mont Ventoux confesó a los micrófonos de los periodistas que durante este Tour había tenido que correr dos carreras, la primera en la carretera, contra el recorrido y el resto de ciclistas, y la segunda, en hotel, contra su equipo, su director y la hostilidad de Lance Armstrong, que se creía investido del derecho natural de ganar la vuelta francesa en su regreso a la competición.

Un ciclista está hecho de otra pasta, capaz de aguantar 21 días sobre la bicicleta con etapas de más de 200 kilómetros y puertos de más del 10 % de pendiente media. La resistencia es una de las auténticas cualidades de estos deportistas, sin embargo Contador ha demostrado que es capaz de resistir también las trampas que le habían preparado el veterano corredor tejano y su cómplice, el director de Astana, Johan Bruynel. La primera trampa la ejecutaron el día de la etapa en la Camarga, cuando se formaron abanicos con la intención de descolgar al español, de vestir al norteamericano de amarillo y de impedir que Contador pudiera atacar en los Pirineos. El plan no se cumplió del todo y vinieron sucesivos intentos de minar psicológicamente al corredor de Pinto, como aislarlo del resto del equipo, impedirle usar los coches del equipo, porque estaban al servicio de los amigos y la familia del tejano, o presionarlo con la idea de que era Contador quien tenía que correr para el equipo, y no al revés, como es habitual en el ciclismo, que el equipo corra para el jefe de filas. El objetivo era claro hacer que Alberto Contador perdiera la concentración en la carrera, posteriormente la motivación y con ello que renunciara a la victoria.

Sin embargo, el corredor español ha respondido a estos ataques con mayor fuerza e inteligencia, incluso que a los ataques de los hermanos Schleck encima de la bicicleta. En ningún momento ha perdido los nervios, ha buscado el abrigo de su círculo cercano y nunca ha perdido su confianza en la victoria, porque sabía que era el más fuerte del pelotón. En definitiva ha sabido aguantar hasta el momento en que la carretera se hacía cuesta arriba y ponía a cada corredor en su sitio. En este tour Contador nos ha dado una lección de cómo sobrevivir a las malas artes, que parecen aún más mordaces y maliciosas, cuando vienen de tus propios compañeros de equipo y no de tus rivales deportivos.
Como dije en un apunte anterior, el deporte es una metáfora de la vida. Y es que en muchas ocasiones los jóvenes tenemos que hacer un doble esfuerzo, demostrar que estamos más capacitados y esquivar las trampas que en el camino van tejiendo los que van perdiendo fuerza con el paso del tiempo. Como Contador después de la etapa de los abanicos, tenemos que sobreponernos a las emboscadas, en las que seguro que caeremos más de una vez, y no cejar en el empeño.

2 comentarios:

Conrado Blanca dijo...

Sigo estando totalmente de acuerdo contigo, Jesús; ánimo y sigue con tu propia carrera en este blog.
Un abrazo amigo.

pedro enlibrado dijo...

Y sin embargo, no siempre gana el juego sucio.