miércoles, 30 de diciembre de 2009

Feliz 2010

A mi el 2009 me ha llevado a compartir cosas muy importantes, y a muchos lugares, cercanos y lejanos. En el 2010 se seguiran cumpliendo las ilusiones y nos llevará a donde todos queremos ir, sólo hacen falta las dosis adecuadas de compromiso, confianza y trabajo.


Feliz y próspero año nuevo

sábado, 19 de diciembre de 2009

La cumbre de Copenhagen sobre el cambio climático.


El resultado de la cumbre de Copenhague, convocada por Naciones Unidas para dar respuesta internacional al fenómeno del cambio climático, ha sido frustrante para la mayoría de los que esperábamos un mayor compromiso de los Estados para la reducción de las emisiones de dióxido de carbono, fundamental causante del cambio climático, según las evidencias científicas. El Documento finalmente suscrito no resulta vinculante, simplemente se toma razón del asunto y se plantea aplazar las decisiones para futuras cumbres. Los Estados han primado los intereses nacionales y su política de desarrollo, para evitar firmar un acuerdo en el que se comprometan a reducir sus emisiones y, por tanto, a modificar su producción industrial basada en un consumo intensivo de combustibles fósiles.

Las potencias emergentes, cuyo principal exponente es China, que concentran gran parte de la producción fabril del mundo, se niegan a que la Comunidad Internacional pueda controlar, vía emisiones, su industria y en definitiva su balanza comercial. Por el contrario, la Comunidad Internacional, representada por la Organización de Naciones Unidas no cuenta con poder coactivo sobre los Estados, si estos no aceptan voluntariamente someterse a diversos controles, no puede intervenir.

El fracaso de la cumbre de Copenhague debe tener consecuencias en materia de política internacional y sobre todo en materia de política comercial. Resulta obvio que el Derecho Internacional Público clásico no es el marco jurídico adecuado para afrontar los problemas del siglo XXI, como el cambio climático, la economía globalizada, las migraciones, la pobreza y la seguridad. Es ilusorio pensar que para afrontar dichos retos, basta con convocar una cumbre para firmar un Tratado Internacional, cuando los Estados no pueden ponerse de acuerdo acerca de los términos del mismo. Si bien los distintos gobiernos pueden tomar medidas diplomáticas y comerciales para imponer que los países productores respeten unos mínimos medioambientales y laborales, no dejan de ser medidas aisladas que no inciden en la raíz del problema, la falta de una Organización Internacional con poderes efectivos, que salvaguarde los intereses globales, frente a los intereses nacionales.

De momento, y desde un punto de vista pragmático, deben vincularse necesariamente, los tratados comerciales al cumplimiento de una serie de objetivos como la reducción de emisiones o el respeto a los derechos de los trabajadores. Pensar en una nueva Organización de Naciones Unidas con poderes reforzados y con un Consejo de Seguridad democrático y capaz de imponer sus decisiones, no deja de ser un planteamiento teórico, alejado de los intereses nacionales.