viernes, 12 de junio de 2009

Una reflexión sosegada

El resultado de las elecciones al Parlamento Europeo del pasado domingo 7 de junio tiene muchos puntos análisis, más aún si atendemos que se han producido en 27 Estados a la vez. Sin duda, lo más destacable de dicho resultado es, en primer lugar la gran abstención, y en segundo lugar, la derrota sufrida por la familia de partidos socialistas, socialdemócratas y laboristas europeos, y es que estoy convencido que lo segundo es consecuencia de lo primero. Los ciudadanos que antes sucumben al desencanto por la política son aquellos de inclinación progresista, aquellos que necesitan de la acción del Estado para garantizar unos niveles dignos de calidad de vida. En el momento en que los partidos de izquierda no son capaces de cubrir sus expectativas, esos ciudadanos pasan a engrosar los números de la abstención. O bien, en otros casos votan a otras formaciones no tradicionales y menos desgastadas por la acción de gobierno, como los verdes en Francia, o como el ejemplo de UPyD en España.

Por tanto, los socialistas y socialdemócratas europeos tenemos como misión recuperar a todos los electores que han dado la espalda a nuestro proyecto. Para ello, hay que volver a nuestros orígenes y buscar alternativas para el futuro. Cuando me refiero volver a los orígenes me refiero volver a la Política, a una Política construida sobre valores y principios, no sobre las miserias de los gobernantes. Para desenmascarar a la derecha no podemos jugar en su terreno, que es el de los intereses personales y el beneficio propio en el ejercicio del cargo, hay que jugar en el terreno ideológico. Pero para ello, los primeros que debemos cuidar esos valores y principios ideológicos somos los militantes y los cargos socialistas, actuando conforme a los mismos. Estas elecciones han demostrado que cuando la política se ensucia los que obtienen tajada son los partidos de la derecha, ya que su voto está encaminado a la obtención de un beneficio particular, por lo que en nada importa que otro, el que ocupa el cargo, piense y actúe de la misma forma. Sin embargo, cuando un representante del socialismo europeo se desvía de sus valores y principios el rechazo de su electorado será total, ya que no está en consonancia con éste, ya que no busca el interés general. Así, que tenemos que jugar el partido en nuestro terreno en el de las ideas para mejorar el mundo, el de las ideas para la mejora del conjunto de la sociedad, para que nadie se quede al margen.

En cuanto a la búsqueda de las alternativas de futuro cada vez se hace más necesario ensanchar nuestra base social y atraer a mayor número de gente a nuestro proyecto y a la participación activa en la vida política, en la cosa pública. Para ello, hay que adaptar nuestras estructuras políticas y orgánicas al siglo XXI, a una sociedad abierta en una democracia avanzada, que dista mucho de aquella sociedad del siglo XIX en la que nacieron las estructuras de los partidos socialistas y socialdemócratas europeos. Tenemos que ser más dinámicos, saber adaptarnos con facilidad a los cambios y a las nuevas demandas sociales, tenemos que dar a los militantes y a los ciudadanos más facultades de intervención en los procesos electivos de nuestros representantes.

Por tanto, la Política debe volver a los orígenes del debate público para transmitir un proyecto de libertad, igualdad y solidaridad, aunque los mecanismos y las herramientas deben ser innovadores y socialmente abiertos.