miércoles, 25 de agosto de 2010

La protección del Estado


El Estado del Bienestar, tal y como se concibe en Europa en la segunda mitad del siglo XX, busca proteger al ciudadano, como trabajador en una economía de mercado, frente a eventualidades provocadas por los ciclos económicos, los ajustes en el mercado de trabajo o en las empresas. Así el propio Estado articula un sistema por el que en caso de que el individuo pierda su empleo involuntariamente percibirá una prestación económica, bien de naturaleza contributiva, en función del tiempo cotizado, o bien de naturaleza no contributiva, por lo que en algunos países dicha prestación se prolonga durante todo el tiempo en que la persona se encuentre en situación de desempleo. Esta prestación se configura por tanto como una protección social frente a la situación de desempleo, y por su propia naturaleza debe de estar orientada a que el trabajador se reinserte en el mercado de trabajo en el menor tiempo posible.

Es cierto, que la estructura económica de España, no permite que tengamos un mercado de trabajo dinámico que favorezca la rápida reinserción de los trabajadores, de ahí el empeño del Gobierno en el cambio de nuestro sistema productivo. Sin embargo, más allá de dicho cambio, resulta necesaria una revisión de las políticas pasivas y activas de empleo. Actualmente existe una dicotomía entre las políticas pasivas, encargadas fundamentalmente del abono de las prestaciones por desempleo, y las políticas activas de empleo, encargadas de la formación y cualificación de los trabajadores, de los incentivos a la contratación, del apoyo al autoempleo, del fomento de la actividad económica y el desarrollo local. Ambas políticas deben de estar coordinadas, tal y como se ha propuesto en la última reunión entre el Presidente del Gobierno y el Presidente de la Junta de Andalucía.

Las personas que trabajamos en el ámbito de las políticas activas de empleo veníamos detectando que la prestación no se puede convertir en un cheque en blanco, en primer lugar por la viabilidad económica del propio sistema, y en segundo lugar en beneficio del propio trabajador. Así resulta más eficiente económicamente y más favorable para el trabajador, incentivar una contratación a una empresa que el abono de la prestación, o apoyar el autoempleo de la persona desempleada, por ejemplo con una moratoria en el pago de las cuotas de autónomos, que el pago de una prestación.

Respecto a la formación, hoy acaba de aprobar el Senado una enmienda por la que los desempleados, con una antigüedad superior a 30 días, que no acepten un curso de formación perderán la prestación. Esta medida va en la línea de uno de mis apuntes anteriores en el que se demandaba un mayor grado de exigencia y responsabilidad social, esto implica que debemos ser exigente con la aplicación exacta de todas las prestaciones sociales, sobre todo educación, sanidad, seguridad social y dependencia. No resulta tolerable que habiendo invertido el Estado una partida económica en formación, un desempleado pueda rechazar dicha formación y continuar cobrando la prestación. Sin duda debemos hacer un esfuerzo por adecuar la formación a las necesidades del alumno, pero atendiendo a un criterio de coherencia y a un principio de responsabilidad social toda medida que favorezca la inserción laboral del desempleado debe ser aceptada por este, y en caso de ser rechazada anudarse unas consecuencias.

No obstante, aún quedan por dar más pasos en este reto de coordinar políticas activas y pasivas de empleo, siendo necesarias, entre otras medidas, incentivar el autoempleo en los desempleados, dando facilidades a los trabajadores autónomos. Urge trasladar al Parlamento y materializar el derecho de acceso a la condición de emprendedor.

martes, 10 de agosto de 2010

Legitimidad democrática y primarias


Esta semana se ha hecho público que habrá elecciones primarias para la candidatura del PSOE a la Comunidad de Madrid, estoy convencido de que es una buena noticia para el partido. En los estatutos se recoge que habrá elecciones primarias cuando varios compañeros aspiren a ser candidatos a encabezar las listas electorales y alcancen los avales necesarios, sin embargo hasta ahora no ha sido frecuente ya que generalmente se asumían los candidatos propuestos por las respectivas comisiones ejecutivas. De hecho en Andalucía y con vistas a las elecciones municipales del próximo año se han evitado las primarias.

Tras la experiencia de las primarias entre Borrell y Almunia, que no puede conocer por no militar aún en el partido, ahora viviremos unas primarias en una de las Comunidades Autónomas más importantes del país y una de las federaciones más importantes del PSOE. Creo que será positivo para extender la práctica a todos los niveles orgánicos, independientemente del candidato que resulte vencedor. Entiendo que las primarias son necesarias por dos razones fundamentales. En primer lugar porque la legitimación democrática del candidato es mayor, ya que el conjunto de los afiliados deciden mediante voto directo y secreto quien es el mejor representante para el proyecto común de la organización. En razón de dicha legitimidad ampliada el militante se siente parte del proyecto, ya que se ven reconocidas plenamente sus facultades de participación y decisión. Sin duda, la extensión de las primarias ayudaría a ensanchar la base social del partido y el número de afiliados.

En segundo lugar las primarias son necesarias como estrategia electoral, la legítima contienda entre distintos candidatos del partido supone una plataforma de lanzamiento excepcional para la persona que finalmente resulte elegida. Como ejemplo tenemos el modelo norteamericano, probablemente Barack Obama nunca hubiera salido elegido presidente, si no se hubiera dado a conocer en la elecciones primarias frente a candidatos tan potentes del partido demócrata como Hilary Clinton o Edwars. La lícita contienda en primarias refuerza el proyecto del vencedor, le otorga un plus de motivación, ayuda a ser conocido por el conjunto de la ciudadanía. Las bases fueron las que reforzaron a un candidato como Obama.

Los argumentos de los detractores de las primarias se basan en que generan división en la organización, sin duda esta reflexión es fruto de una visión del partido político como estructura de raíz decimonónica. En el siglo XXI los partidos deben ser más permeables a la sociedad y asimilar que las distintas posturas internas no debilitan al proyecto, sino que lo fortalecen. En una sociedad en red, donde el intercambio de información es inmediato, los partidos deben de convivir con la pluralidad interna, para tener las mismas reglas de juego que la gente a la que representa.

Estamos ante un debate interesante, el de la necesidad de primarias, yo pienso que la principal perjudicada de este proceso va a ser Esperanza Aguirre. Sería necesario que extendiéramos lo máximo posible el proceso de primarias no sólo en el PSOE, sino en el conjunto de los partidos, para lo que sería necesario establecer una normas homogéneas en la propia legislación electoral.