jueves, 27 de agosto de 2009

Cuadernos de viaje II: Berlin, 20 años de reencuentro

Lo que más me ha sorprendido de nuestro viaje a Berlín es que no existen heridas de la división de la ciudad, parece que han cicatrizado. Tras 20 años desde la reunificación y gracias al esfuerzo inversor del Gobierno alemán todo indica que hay una integración del antiguo este en la República Federal.

El emblema de la ciudad unida es sin duda la cúpula del Reigstag diseñada por Norman Foster y los edificios anejos al parlamento, que son un ejemplo de arquitectura de vanguardia. Merece la pena navegar por el Spree y contemplar el nuevo barrio gubernamental, donde antes se levantaba el telón de acero y las redes metálicas impedían que los súbditos de la RDA pudieran escapar buceando a Berlín occidental, ahora existen edificios para el ejercicio de la democracia y la difusión de la cultura. Por lo demás resulta una ciudad llena de vida, donde los residentes toman el sol en improvisadas playas artificiales, se divierten en los conciertos organizados en plena calle y hacen nudismo en el césped de Tiergarten. La bicicleta es un sistema de transporte muy utilizado por sus ciudadanos y por los visitantes y todas las calles cuentan con carriles-bici para el desplazamiento de los ciclistas.
Hay que detenerse para ver las fotografías de la ciudad divida que cuelgan en los establecimientos, para comprobar el cambio producido. Lo que hace 20 años era un gran solar cruzado por el muro, se ha convertido en la nueva Postdamer plazt, recuperada como núcleo vital de la ciudad para el ocio y los negocios. Berlín hoy, como nuevo centro cultural y social de Europa, ha hecho realidad las palabras de un extranjero que pronunció en un momento clave de la historia la frase: “Ich bin ein berliner”.