miércoles, 5 de enero de 2011

Buenas soluciones y malas soluciones

Cuando en los partidos políticos existen conflictos por el liderazgo la mejor solución para resolverlos es recurrir a un procedimiento abierto de elección, ya sea a través de un sistema de primarias, o través de un congreso en el que puedan concurrir sin cortapisas distintas candidaturas.

Cuando la elección de un candidato o de un responsable orgánico depende en exclusiva de la jerarquía de partido, se pierde legitimidad y esta persona arrastrará siempre dicha carencia de legitimidad.

Precisamente ese es el principal problema que arrastra Mariano Rajoy, su falta de legitimidad, por eso es constantemente cuestionado por otros líderes del partido o por los ciudadanos en general. Rajoy fue designado por Aznar, según los apuntes que el mismo había confeccionado en su libreta azul.

Este vicio de origen ya no puede ser corregido por el Partido Popular, que ha interiorizado esa forma de designación de candidatos. Por ello, en el momento en que hay conflicto, no existen mecanismos de solución, el partido se resquebraja y los militantes abandonan la afiliación al mismo, como ha ocurrido recientemente en Asturias.

En cambio, el PSOE está profundizando la forma democrática de resolución de conflictos de liderazgo. El Presidente del Gobierno y Secretario General fue elegido en un Congreso Federal al que se presentaron hasta cuatro candidaturas distintas. Y recientemente para la designación de los candidatos a las elecciones municipales y autonómicas se ha optado por el sistema de primaria en aquellos territorios en los que existían varios candidatos posibles.

Los candidatos elegidos tendrán un plus sobre los candidatos del resto de partidos, han surgido de un proceso democrático, lo más amplio posible, y en el que han podido decidir un buen número de personas, y no un grupo reducido que se sienta alrededor de una mesa de camilla.

Los compañeros que representaban la candidatura perdedora en las primarias aceptan el resultado democrático, y no cuestionan la decisión de los electores. Por tanto, son más extraños casos masivos de abandono de afiliación, cuando la derrota se ha producido por la voluntad de la mayoría.

Sobre la base de esta legitimidad que da el resultado de las primarias, los candidatos habrán de construir su campaña y añadir lo que falta para ganar unas elecciones: un programa, un equipo y la solvencia, fiabilidad o confianza del conjunto de la ciudadanía.