sábado, 30 de mayo de 2009

Sobre el procesamiento al Juez Garzón

El juez de instrucción de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón ha sido imputado por la comisión de un delito de prevaricación, que consiste en dictar a sabiendas resolución injusta. Dicho delito puede ser cometido por funcionarios, jueces y directivos públicos en el ejercicio de sus cargos, cuando de forma consciente actúan en sentido distinto al que establece la Ley. En este caso se ha procesado a Garzón a cuenta de su auto sobre el genocidio y las desapariciones durante la dictadura franquista. Según el Tribunal Supremo existen indicios de que dicha resolución se adoptó en contra de ley y con un interés particular por parte del magistrado.

Como sabéis me gusta hacer un doble análisis de los temas, un análisis jurídico y otro político. Empiezo por el jurídico, que resulta más fácil de resolver.

En su día en alguna clase o seminario de Derecho Constitucional, el profesor Pérez Royo, ya nos explicaba que para determinar si un juez incurría en el tipo previsto en el Código Penal como prevaricación era necesario examinar la propia resolución sospechosa. Si en los fundamentos de Derecho de esa resolución, ya fuera auto o sentencia, se habían utilizado los criterios interpretativos jurídicos recogidos en el Código Civil, los siguientes: literal, sistemático, histórico y teleológico, el juez habría actuado correctamente. Sin embargo, si no se habían utilizado dichos criterios, su resolución no estaría fundada y motivada en Derecho, y por tanto habría incurrido en un delito de prevaricación. Acudiendo al caso, en el auto sobre el franquismo el juez Garzón interpretó el Derecho atendiendo a unos criterios históricos y sistemáticos, ya que en virtud de los Tratados Internacionales y nuestro Código Penal vigente los delitos cometidos por Franco, y el resto de responsables del régimen, son delitos de lesa humanidad, y por tanto imprescriptibles. De ahí que sea necesario conocer el paradero de las víctimas, reparar su memoria y esclarecer la identidad de los verdugos, ya que la responsabilidad penal no prescribe y sólo se extingue con la muerte de los culpables. Una vez certificadas las defunciones de los acusados en el auto por el juez, se mandaron las actuaciones a los juzgados territoriales para que procedieran a la identificación de las víctimas y su exhumación. Por lo que podemos concluir que el magistrado no ha cometido el delito del que se le acusa.

Acudiendo ahora al enfoque político, mientras que en España haya ciudadanos enterrados en las cunetas y no se haya dignificado la memoria de todos ellos, no podremos cerrar las heridas del pasado, mal que les pese a los ultraderechistas que han interpuesto la querella contra Garzón y a otros que alaban el franquismo como un periodo placentero. Pero el procesamiento del juez Garzón va mucho más allá de la cuestión sobre la Memoria Histórica, todo parece indicar que se trata de una venganza de toda una corporación de intereses, que se la tenían guardada desde hace tiempo. Esa que yo llamo corporación de intereses, le aplaudía cuando perseguía narcotraficantes y terroristas, pero en el momento que solicitó la extradición del dictador Pinochet, se dieron cuenta que quería extender la Justicia para que no existiera impunidad, para que no existieran sombras donde no podía llegar la acción de jueces y magistrados.

Muchos de los que pertenecen a esa corporación de intereses, acostumbrados a los trajes a medida confeccionados por sastres personales, pensaban que estaban en esa zona de sombra donde no llega la acción de la Justicia. Sin embargo, en nuestro Estado de Derecho no existen espacios de impunidad, y resulta mezquino que se acuse a un juez que se dedica a perseguir delitos sea cual sea su origen, y sea cual sea el poder de los presuntos culpables. Quiero transmitir mi apoyo personal al Juez Garzón, y a todos los servidores públicos que dedican su tiempo y su esfuerzo a trabajar por la democracia avanzada de España.

jueves, 21 de mayo de 2009

Todas las elecciones son importantes, pero algunas son más importantes que otras.


Quienes hayan pensado que las elecciones europeas del 7 de junio son poco importantes, o carecen de valor, se equivocan. Todo proceso electoral tiene una importancia vital en una sociedad democrática, ya que es el momento en el que la toma de decisiones pertenece a todos los ciudadanos por igual y en el mismo grado, es decir, todos los votos valen igual, independientemente de la fortuna o el poder del ciudadano que introduce la papeleta en la urna. Por ello, participar en las elecciones legitima nuestro sistema democrático y nuestra forma de entender la convivencia, lo que a todos atañe, debe ser decido por todos.

A pesar de este principio de que todas las elecciones son importantes, en determinados momentos históricos la participación en las elecciones es crucial. A día de hoy vivimos una de las mayores crisis económicas de los dos últimos siglos. En España esta crisis se ha visto agravada por la parada de nuestro motor productivo en los últimos años, la construcción, lo que ha provocado un gran aumento del desempleo. En momentos de crisis, como estos, los ciudadanos tienen que tomar la palabra, de lo contrario los populistas y demagogos se aprovecharán de la situación. Por eso es tan importante participar en el proceso electoral del 7 de junio.

Ante la crisis hay dos formas de responder, la primera la que propone la derecha europea y las grandes fortunas que consiste en un recorte de los derechos de los trabajadores, como por ejemplo permitiendo el despido libre sin indemnización, una rebaja de las cotizaciones sociales, y una disminución del gasto público, sobre todo en sanidad y en educación. Todas esas medidas en beneficio de los especuladores que han generado esta crisis. Frente a esto hay otra respuesta, existe otro modelo propuesto por los progresistas, los socialdemócratas y por la izquierda europea, que se basa en la defensa de los derechos laborales de los trabajadores, la mejora del Estado del Bienestar, en sus cuatro pilares sanidad, educación, pensiones y ayudas a la dependencia, y en la búsqueda de acuerdos internacionales para regular los mercados financieros y para establecer normas comunes en materia de medioambiente y laborales.

Los socialistas españoles nos presentamos a las elecciones europeas del 7 de junio para defender nuestro modelo social de convivencia y nuestro Estado del Bienestar, proponemos que para salir de la crisis hace falta un cambio de modelo productivo, basado en la Educación, la Investigación, las Nuevas Tecnologías y las Energías Renovables, no recortar derechos a los trabajadores. Sin embargo, el PP se presenta a las elecciones con una agenda oculta, como su reforma laboral, que consistiría en proponer el despido libre. Los ciudadanos deben de elegir entre unas propuestas u otras, ya que en Europa se decidirán estas cuestiones de futuro. Por ello, animo a todos a que acudamos masivamente a las urnas o que votemos por correo, si no vamos a estar en nuestro domicilio el 7 de junio, ya que el partido que se juega en Europa es muy importante en un momento clave como el actual, en el que están en riesgos muchos derechos sociales, que han tardaron mucho tiempo en conquistarse por los que nos precedieron.

lunes, 11 de mayo de 2009

Cuadernos de viaje: 1 de mayo en La Habana



Iliana y yo hemos disfrutado mucho en Cuba y hemos acumulado experiencias que no se nos olvidarán, más aún cuando se trata de un viaje tan especial. Os narraré uno de los días de nuestra estancia, el que más nos impactó y el más cargado de sensaciones, el primero de mayo.

Estábamos alojados en el hotel Sevilla, junto al Paseo del Prado de La Habana, que custodian sus leones de bronce. A las cinco de la mañana nos despierta la música que suena atronadoramente desde el centro del paseo, por la megafonía llaman a todos los vecinos a concentrarse para acudir a la marcha que termina en la Plaza de la Revolución, poco a poco van reuniéndose por colectivos los participantes de aquel distrito de la ciudad y a las 6:30 emprenden los últimos el recorrido. La música no sólo nos despertó a nosotros, sino a todos los cubanos a los que apremiaban a ponerse en marcha. El orador animaba a la gente con mensajes de adhesión al ideario político de aquella república, mientras seguía sonando la música de salsa, guaguancó y otros ritmos.


Después de desayunar un taxi nos dejo a varias cuadras de la Plaza, por lo que tuvimos que atravesar toda la marea humana de manifestantes, hasta que conseguimos ubicarnos en un sitio privilegiado, detrás de un set de televisión y justo delante del monumento a José Martí y el Ministerio del Interior con la silueta del Che. Los manifestantes pasaban a nuestro lado por miles, por cientos de miles, con las banderas, las pancartas y los rostros de los iconos de la revolución. Seguro que recorrieron el trayecto más de un millón de personas. Nosotros nunca habíamos visto a tanta gente junta en nuestra vida, ni siquiera en las manifestaciones más multitudinarias a las que hemos asistido en España, y me acuerdo de muchas, desde la famosa en contra de la LOU en Madrid, hasta las de la guerra de Irak. Era evidente que el sistema imponía la asistencia, sin embargo el despliegue no podía dejar de impresionarte, ya que no era comparable para nosotros a lo conocido hasta ahora. Sin embargo, el taxista que nos traía de vuelta nos dijo que este año la marcha había estado floja.



Por la tarde, tras la siesta obligada después del madrugón, se formó una tormenta sobre el cielo de La Habana, a eso de las seis comenzó a llover y los chavales, más o menos niños, empezaron a correr por la calle, a resbalar por el piso del Paseo del Prado como si estuvieran en un parque acuático. Se mojaban entre ellos, se reían, disfrutaban y vivían el agua como una fiesta. Llegamos andando hasta el Malecón y allí continuaba la actividad frenética de la gente divirtiéndose y jugando entre los caños de agua que caían de los edificios. Todos se encontraban en un estado de euforia, de satisfacción y alegría. En España ya no te encuentras niños jugando por las calles y mucho menos en días de lluvia. Cada sociedad va generando sus propias necesidades y el ser humano disfruta en la medida que satisface sus necesidades o las necesidades creadas. Aquella gente, aquel pueblo era feliz.




No obstante, estamos en una aldea global y los jóvenes no se encuentran aislados de su entorno, probablemente quieran más. En el aeropuerto muchos jóvenes volaban para España para ganarse la vida en nuestro país, despidiéndose de su tierra y de su familia. Durante la manifestación el principal mensaje que repetía la megafonía era que “los jóvenes no traicionarán a la revolución”, por tanto ese es un temor de las autoridades. Creo que como todo ciclo de la historia se cierra con el desencanto de la juventud. Espero que esos jóvenes no se echen en los brazos de los norteamericanos y sepan llevar a su país hacía una democracia avanzada, donde conserven su educación, su protección sanitaria, en un sistema de libertades.