viernes, 28 de noviembre de 2014

El programa económico de podemos

Ayer presentó Podemos la base de su programa económico, en cuya elaboración han participado Juan Torres y Vicenc Navarro. Sus ideas no son nuevas, parte de las mismas ya se contemplaban en el libro Hay Alternativas, que por cierto firman estos economistas junto con Alberto Garzón. Todas las propuestas que vengan encaminadas a salir del agujero económico en el que nos encontramos deben ser tomadas en consideración y no desdeñadas a priori.

En primer lugar parece evidente que su programa se ha moderado bastante con respecto al que presentaron en las elecciones europeas. Sus impulsores pretenden ocupar posiciones más centradas del espectro ideológico con la finalidad última de contar con una mayor expectativa de voto. Una opción inteligente, pero que no se compadece bien con la idea de que sean las bases las que elaboren un programa. Y lo hacen así porque las bases de podemos, al menos las inicialmente más activas están mucho más a la izquierda que este programa. Por tanto, de entrada Podemos ya está actuando como lo que ellos autodenominan casta, encargar a expertos aquello que difícilmente surgiría de sus propias bases.

En segundo lugar y en cuanto a las propuestas concretas, parece que no afrontan el principal reto de las economías europeas, adaptar su esquema fiscal, productivo y de relaciones laborales a los retos que plantea la propia globalización. Nos podrá parecer un fenómeno pernicioso, neutro o positivo, pero la globalización está transformando el mundo más rápido de lo que muchos preveían.

Comparto algunas de las propuestas, como aquellas que van dirigidas al reforzamiento del sector público, a contar con una fiscalidad más progresiva y a la lucha contra el fraude fiscal. No obstante, tienen que hacerse de tal forma que se evite la fuga de capitales, en un mundo en que la movilidad y el traslado de los domicilios fiscales es cada vez es más fácil. Por tanto, no hay que olvidar la complejidad de ejecutar tales propósitos. Como decía Colbert, frase vigente hoy más que nunca, “el arte de los impuestos consiste en desplumar al ganso de tal forma que se obtenga la mayor cantidad de plumas con el menos ruido”.

Otras de las propuestas que a mi juicio deben ser revisadas o cuanto menos contrastadas, son las referidas a la regulación laboral y a la renta básica. Creo que la renta básica debe estar necesariamente orientada a la reinserción de las personas al mercado de trabajo. La percepción de un subsidio de este tipo debe servir, o bien para mejorar la formación, o bien para perfeccionar tu cualificación profesional en algún campo concreto. Una medida de este tipo sin que exista una contraprestación del perceptor no estaría contrastada con la realidad española.

En cuanto a la regulación laboral no comparto introducir excesiva rigidez en el mercado de trabajo, como la jornada obligatoria de 35 horas semanales, la jubilación a los 60 o desincentivar los contratos a tiempo parcial.

Habrá actividades en las que sea necesaria una jornada menor para un mejor reparto del tiempo del trabajo entre más personas, sobre todo en ámbitos de escasa cualificación, mientras que en otros sectores sería contraproducente. Habrá profesiones en las que sea necesaria la jubilación a los 60 y otras en las que no. Habrá personas que demanden una jornada a tiempo parcial de verdad y otras personas que la requieran a tiempo completo, lo mismo ocurrirá con las empresas.

En las circunstancias actuales y dado nuestro tejido productivo orientado al sector servicios y al turismo, necesitamos dar mayor flexibilidad a la forma de organizar el trabajo, siempre y cuando se preserven los derechos de los trabajadores y se persiga y sancione a las empresas que no cumplan, como por ejemplo con la obligación de dar de alta al trabajador por el número de horas efectivas de trabajo.

Necesitamos caminar hacia modelos de relaciones laborales que funcionan ya en Europa, como el danés o el austriaco, en el que se ofrece flexibilidad de organización a la empresa, pero a su vez se ofrece seguridad al trabajador que encuentra la protección del Estado y del resto de poderes públicos.

Así mismo, para aflorar el empleo sumergido, que a quien más perjudica es al trabajador que no cotiza, debemos ofrecer a las empresas un régimen estable de contratación, así como reducir las cotizaciones al empleador, financiando la Seguridad Social vía impuestos generales, como por ejemplo mediante un impuesto de sociedades más efectivo y gravoso con las grandes multinacionales.

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