sábado, 2 de octubre de 2010

¿La última gran banda de rock?


Vivimos en un mundo en transición. Puede que las nuevas formas de comunicación a través de la red cambien la realidad tal y como la comprendíamos hasta ahora. En el siglo XXI nuestra forma de relacionarmos cada vez se producirá más a través de la pantalla de nuestro PC, smartphone, Ipad, etc, y menos de forma directa. Nos transformaremos de una sociedad de masas a una sociedad de redes.

En el siglo XX nace la sociedad de masas y no hay nada que haya contribuido tanto a la sociedad de masas como la música. La universilazación de la cultura comienza en Estados Unidos con el Rock, se extiende por Europa utilizando como puente Gran Bretaña, y se abre al mundo gracias a sus embajadores. Los Beatles, los Rolling, Led Zepelling, los Doors, Jimi Hendrix, Queen, The Clash, Rem, Nirvana, son algunos de esos embajadores que han utilizado la música como herramienta de diplomacia planetaria.

Los serés humanos hemos aprendido durante el siglo XX a utilizar una misma forma de expresión, de relación e incluso a hablar una misma lengua franca, gracias a la música. Nos concentramos para escuchar a los mismos grupos en grandes estadios, en festivales, en locales, que se convierten en los mismos templos de la sociedad de masas, para seguir rituales de expresividad colectiva.

El pasado jueves asistimos en Sevilla al concierto más multitudinario que se recuerda en Andalucía, con 80.000 personas en el Estadio Olímpico de la Cartuja, que nos apiñamos para escuchar a la última gran banda de rock U2. Además de disfrutar de la música, de la entrega de los artistas de la isla esmeralda, nos ofrecieron una lección de universalidad.

Bono le puso voz a Desmond Tutu, para condenar el racismo en sudáfrica, a la premio nobel de la paz Aung San Suu Kyi, para condenar la dictadura birmana, y logró que todos los espectadores entendiéramos el trabajo de una organización tan importante como Amnistía Internacional. Al final del concierto al tocar su tema ONE, todos tuvimos la sensación de estar ante un solo pueblo, ante un solo mundo, proyectado en la pantalla 360 grados que se veía desde todo el estadio.

Mi enhorabuena a U2 por su concierto, por su compromiso con un mundo mejor, por las acciones que llevan a cabo y por su música.

Ningún hombre es una isla, lo que pasa en cualquier parte del mundo lo sentimos como propio. Espero que este nueva sociedad de redes no perdamos la inolvidable experiencia que es la música en directo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La universalidad de la música es una premisa occidental inscrita en un discurso de la modernidad. El hecho de que un grupo musical -aceptando obviamente la capacidad de comunicación masiva que en el caso de U2 puede observarse- se identifique y se implique con causas sociales y políticas a lo largo del mundo es algo muy admirable y loable (también muy 'beneficioso'); el hecho de que su música sea efectivamente entendida por un 'público universal' es algo totalmente distinto y, de hecho, improbable. La aldea glocalista en la que vivimos hace que pensemos -sobre todo los individuos del mundo occidental- que nuestra cultura puede llegar a cualquier parte del mundo. La postmodernidad, y, sobre todo, el mundo 'alter'moderno en el que ahora nos encontramos acepta la diferencia y la posibilidad de otros lugares culturales y musicales.
U2 son un grupo occidental, para un público occidental, a pesar del éxito que puedan tener en [todo] el mundo. Cantan en inglés, también el idioma ‘universal’.
Pero no existen lenguajes universales, esto es una utopía, poco atractiva en realidad.
No niego que es impresionante encontrarse en un estadio rodeado de 80000 personas identificadas con un mismo gusto musical y en torno a un rito cultural excepcional, para mí será algo inolvidable. Sin embargo, no hay que engañarse: es un rito occidental, para occidentales; la música que oímos responde a unas estructuras inscritas en nuestra tradición. La forma de cantar, de rimar el texto, el ritmo, el tempo, todo ello responde a esquemas que pertenecen a nuestro acervo cultural occidental. El hecho de que U2 puedan gustar a un pakistaní, a un aldeano de los Andes y a una chica de Tokyo no es un signo de que exista un lenguaje universal, sino de que la cultura occidental tiene un peso quizás mayor, algo que también podríamos discutir (aunque con una cervecita delante, no?)
Un abrazo, Jesús! Y gracias por todo!
P.