jueves, 14 de octubre de 2010

La ciudad y los perros


Fue ya en la Universidad cuando leí por primera vez a Mario Vargas Llosa. La novela era La ciudad y los perros, que narra las vivencias de un grupo de cadetes en una escuela militar de Lima, con toda la plasticidad sensorial, dureza y carga moral de los escritores hispanoamericanos.

Si en el siglo XIX los grandes novelistas de la humanidad fueron los rusos, Tolstoi, Dostoyevski, Gorki o Chejov. En el siglo XX los grandes novelistas de la humanidad han sido los hispanoamericanos, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Vargas Llosa, Borges, Cortazar, que le han sacado todo el jugo al español desde su perspectiva americana. En estos momentos estoy leyendo La Consagración de la Primavera de Alejo Carpentier, que parece un cante de ida y vuelta, de Cuba a España, de Europa a Cuba, una extraordinaria mezcla de ambos mundos.

Sin duda la narrativa hispanoamericana necesitaría más premios nobel para que se le valorara en toda su grandeza. Ya hacia tiempo que Mario Vargas Llosa venía mereciendo el galardón. Por su prosa es uno de los mejores escritores que he leído.

En el momento en que se conoció el premio circularon por la red un sin fin de comentarios, sobre literatura y sobre política. Debemos recordar que el premiado se llegó a presentar a unas elecciones presidenciales en Perú, que perdió contra Fuyimori, que se le recordará más por sus escándalos y su exilio en Japón, que por su gestión.

Sin duda, el escritor debe ser una persona de fuertes convicciones para poder trasladarlas al mundo, de hecho Mario Vargas Llosa es un hombre de profundas convicciones. Sus convicciones parten de la tradición de la ilustración, de la defensa de la libertad por encima de cualquier otro principio y de la garantía de los derechos humanos universales en cualquier parte del planeta. En los últimos tiempos esto le ha llevado a tener un posicionamiento firme frente a algunos gobiernos de latinoamérica, de la conocida como órbita bolivariana.

El escritor en ejercicio de su libertad debe contar con un pronunciamiento moral frente a los problemas del mundo. Podemos estar más o menos de acuerdo con ello, pero esta característica forma parte del oficio del escritor y de la esencia del principio de libertad de expresión. Pues no hay mejor forma de trasladar nuestro pensamiento que mediante la manifestación escrita de nuestras ideas.

Por ello, admiro profundamente a Mario Vargas Llosa como escritor, comparto gran parte de sus ideas, como la lucha contra la tiranía, plasmada magistralmente en La fiesta del Chivo, y creo necesario para el mundo en el que vivimos que los escritores tengan un posicionamiento político, sean comunistas, socialistas, liberales o conservadores.

3 comentarios:

José Toranzo Domingo dijo...

La idea debe de ser plasmada con toda libertad. No se debe de dejar de opinar, sin ofender a nadie, de tus pensamientos, ideales o creencias. Ese es el espiritu que se debe de tener, el cual enriquecerá y transmitirá las diferentes formas de pensamiento. A partir de ese posicionamiento se llegará a un consenso, o no, o por lo menos a afianzar una postura que te situa, haciendo que los demás sintetizen las situaciones.

Anónimo dijo...

Un Premio Nobel de Literatura a un escritor peruano es todo un reconocimiento a la capacidad creativa del individuo en un medio social poco propicio. Enhorabuena a don Mario y totalmente de acuerdo con usted, don Jesús.
P.

Juan Luis Ccopa Samilan dijo...

chevere obra