martes, 6 de octubre de 2009

La caja de solidaridad


Durante el siglo XIX la revolución industrial cambió profundamente la sociedad europea, probablemente supuso la mayor transformación de las relaciones humanas en la Historia. Los sistemas de producción industrial tuvieron como consecuencia que el trabajo de hombres, mujeres y niños fuera considerado un factor más de la producción, al que los propietarios debían sacar el mayor rendimiento. El trabajo fabril dieron como resultado el Movimiento Obrero, como reacción a la explotación que se producía del hombre por el hombre. El Movimiento Obrero tenía como principal herramienta la organización colectiva para la defensa de los intereses conjuntos de los trabajadores. Sólo de forma colectiva se podía hacer frente a los abusos de los propietarios del resto de los factores de producción y al propio sistema.

En el siglo XIX nacen los primeros sindicatos con la misión de organizar a los obreros frente a los patronos. Una de las primeras acciones que pusieron en marcha fue constituir una caja de solidaridad con las pequeñas aportaciones de cada uno de los afiliados. En caso de que alguno de ellos cayera enfermo o tuviera un accidente, se auxiliaba a él y a su familia a través del fondo común que constituía con la caja de solidaridad. Este es el origen primitivo de nuestro actual sistema de Seguridad Social.

Pero la caja de solidaridad también tenía otra utilidad. Cuando se producía el enfrentamiento entre los trabajadores y los propietarios, los primeros tenían como último recurso la huelga para forzar una mejora en sus condiciones laborales y de vida. Mientras duraba la huelga, el sostenimiento de los gastos de todos los trabajadores dependía de la caja de solidaridad. Los trabajadores podrían aguantar la huelga hasta que se agotaba el dinero de la caja. A partir de ahí aparecían las disensiones y muchos estaban obligados a volver al trabajo.

Este breve apunte histórico tiene que ver con la afirmación que hace poco me hacía un viejo sindicalista: “La diferencia que existe en una negociación colectiva entre el trabajador y el empresario, es que el empresario tiene más capacidad de aguante y puede esperar”.

Salvando las distancias, hoy nos encontramos con una situación similar. Ahora la caja de solidaridad ya no la gestiona cada sindicato, sino que es el Estado quien garantiza que exista un fondo común para atender a aquellas personas que no pueden trabajar, bien por edad, por enfermedad o accidente, o bien, por desempleo, porque los productores, atendiendo a las circunstancias del mercado, no pueden generar más trabajo. La cuestión es cuanto tiempo puede aguantar la Caja del Estado en una situación en que sale más dinero del que se ingresa.

Los empresarios están jugando su papel, esperar hasta que los efectos de la crisis se dejen sentir en la legislación laboral, abaratando el coste del despido y reduciéndose las cuotas que aportan a la Seguridad Social. Pueden esperar sin que se resienta su calidad de vida, porque conservan el capital y los beneficios obtenidos en el último decenio de economía pujante. Mientras que los trabajadores tienen garantizada su subsistencia, gracias a la protección que le brinda el Estado. Pero esta situación no puede durar mucho tiempo, ya que los recursos de la caja se agotan.

Hay varias preguntas que me gustaría resolver con vosotros:
- ¿Van a aguantar los empresarios el tiempo suficiente hasta que haya un nuevo parlamento en España que legisle de forma más favorable a sus intereses?
- ¿Va a aguantar el Estado con un porcentaje elevado de gasto social, si no se recupera pronto la actividad económica y los ingresos públicos?
- ¿Están dispuestos los empresarios, los trabajadores y el Gobierno a llegar a un Acuerdo Social para salir de forma conjunta de la crisis?
- ¿Es el momento en que todas las partes tienen que hacer sacrificios y renunciar a sus intereses?
- ¿Deben hacer mayores sacrificios los que han provocado la crisis o los que se han beneficiado de ella, o bien, los que están sufriendo sus efectos?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Parece que en esto hay buenos y malos. Buenos que son los sindicatos y el estado y malos que son los empresarios. Mi forma de verlo es que son malos todos. Hoy en día los sindicatos no son más que una excrecencia de los partidos políticos en la que lo que opinen sus militantes no importa nada como no importa nada lo que opinen los militantes de los partidos políticos. El estado ya no es el estado porque todos los partidos políticos confunden sistemáticamente los intereses del estado con sus propios intereses. Te pongo sólo un ejemplo que es paradigmático: la reforma de los estatutos de autonomía de Cataluña y Andalucía. Por último, también a los empresarios se les pouede achacar que son muy liberales menos cuando quieren, como decían ayer en la brújula de Ondacero, "socializar las pérdidas y privatizar -vale tambien arrasar- los beneficios.

No obstante, creo que hay además una cosa que se te escapa. Está muy bien que exista una caja de solidaridad pero esa caja de solidaridad no puede ser saqueada ni por los políticos ni por los que se sirven de ella para no trabajar. Trabajar no es una maldición bíblica, diga lo que diga la tradición hispana. Los políticos saquean la caja cuando se dedican a hacer caridades con la polvora ajena que al final pagamos todos con el deseo inconfesable de vender que son unos padrecitos que se ocupan de dar una paguita a sus hijos. Los trabajadores -públicos y privados- cuando intentan forzar la máquina para que el estado les pase la limosna que le sirve para tomarse tres cañas en el bar sin aportar nada a la riqueza nacional.

Anónimo dijo...

Quieres saber mi opinión. No se está tomando ninguna medida económica, no es que estén fallando es que no hay política económica en el Gobierno. Sólo están saliendo del paso con una política populista, no te digo que no deban cubrir a las personas que lo necesitan, como decía un amigo "sin comer no se puede quedar nadie". Pero es el momento de cambiar las reglas del juego. Deben mirar hacia el futuro y aprovechar para cambiar lo que no funciona.
Te lo he dicho muchas veces la economía sumergida debe salir a flote, pues hay gente que cree que cobrando el paro y trabajando se sacan un dinero extra pero en realidad es un fraude a todo el sistema y mas cuando está a punto de explotar.
Los que ganan dinero deberían tributar por lo que realmente reciben, dar gracias por tenerlo y ser solidarios para compartirlo con los menos beneficiados. Es duro pagar a Hacienda pero mas duro es que haya gente que no pueda hacerlo. Pero cada vez hay mas personas que solo piensan en ellas y no se dan cuenta que al engañar hacen que nuestra sociedad avance menos.
Es tambien el momento para ver lo que no funciona de un mercado laboral obsoleto y demasiado rígido. Debemos ser competitivos y no lo somos. Yo personalmente soy partidaria de facilitar la contratación (y aunque es duro decirlo tambien el despido), el empresario le debe resultar barato contratar y de esa manera estará mas dispuesto hacerlo. El coste es fundamental en la producción, lo hemos hablado en alguna ocasión que las empresas se están marchando a otros paises donde la mano de obra es mas barata. Pues vamos a abaratar costes, no perdiendo derechos sociales como puede parecer, sino cubriendolo el Estado que es el que debe cuidar al trabajador en los momentos dificiles (deberían ser tambien los sindicatos, pero estos....). Soy partidaria que la Seguridad Social se page con las rentas personales, con mucho cuidado que nadie cree sociedades para evitar el pago que le corresponda, de esta forma le empresa debe verse como un sistema creador de trabajo y de renta pero a la vez flexible. Y el empresario paga como persona. No la Empresa.

Anónimo dijo...

Toda etapa de crisis histórica ha dado lugar a una nueva situación; no digo un nuevo 'orden social', término que se encuentra verdaderamente devaluado, sino una nueva manera de concebir tanto el trabajo de cada uno como el papel que efectivamente ejercemos en nuestro entorno más cercano. Todos somos culpables de la situación actual; el gobierno, por tanto, también.
La espera se hará desesperante, en el sentido beckettiano del adjetivo, y no tengo una visión lo suficientemente global como para aportar soluciones. Sólo espero que, si salimos vivos -algo que creo profundamente, puesto que soy optimista- hayamos reflexionado lo suficiente y hayamos realizado la autocrítica necesaria.
un saludo Jesús,
Pedro.

Anónimo dijo...

Yo tampoco tengo una visión global para aportar soluciones,soy trabajador desde que mi madre me parió.Y en alguna ocasión he sido empresario aunque por poco tiempo.
Los de mi edad hemos contribuido a recuperar este país después de ser destruido por falta de educación y por la fuerza de las armas.No nos gustaría que cuando llegue el momento de nuestra jubilación, El Estado nos diga que no hay dinero o que tenemos que seguir aportando a esa caja de solidadridad.
Creo que hay que ser competitivo, que todos alguna vez tendríamos que ser empresarios y si no, pronto estaremos trabajando, para otros. con otras culturas. que nos explotarán más todavía.
No se puede regalar lo que no es tuyo.
Hace falta ser eficaces y llegar al equilibrio.
Saludos.